La invocación al recogimiento, juntar lo
separado
El objetivo de la cuarta morada es atender la
iniciativa que toma el Ser, sobre su creatura para invitarlo a entrar en la
cuarta morada y trabajar en el recogimiento para que le Alma despierta
integrada al Castillo Interior lograr animar en ella la divinidad que el Ser le
entrega.
Debemos Meditar, poner atención a
nuestros pensamientos, lograr que nuestra Alma se sienta en paz y con
felicidad, haciendo de ello un recogimiento en el Yo soy Consciencia Eterna.
Aprovechamos el trabajo en la
cuarta morada, para dedicarle un tiempo a estas reflexiones, realizando
prácticas de meditación concentración a estar consciente y darnos cuenta de lo
que hacemos, despertad en nosotros esa luz de amor y de bondad, la luz que
alumbra el camino, procura la paz para tus seres queridos y de las personas que
amamos.
Pero lo más importante es
la paz interior, solo
se lograra con esta introspección, observándonos en cada momento, con
la meditación la concentración, y estando en el aquí y ahora.
El trabajo de Recogimiento, trae los
recuerdos de las cosas o personas que nos hicieron daño, nos hicieron sentirnos
feliz o con odio o ira, incluyéndonos a
nosotros mismos, aprovecha el símbolo y la energía que existe en la
cuarta morada para limpiar tu cuerpo para que sea digna morada de una Alma
despierta.
Intentaremos reflexionar y
meditar las situaciones para encontrar la revelación de la verdad oculta en
cada situación, pedir indulgencia, es una de las cosas más hermosas que
tenemos, es el momento para liberarnos de aquello que nos encadena a la vida
que llevamos y sobre todo de vivir en paz interior.
En el proceso de Transformación,
la palabra recogimiento, se refiere a un estado peculiar de dominio de sí, que
el Alma despierta alcanza con la ayuda de la gracia sobrenatural y con su
esfuerzo personal.
El recogimiento, es una cualidad
del Alma, para actuar según la armonía en que fue creada por su Ser
El Kalimara recuerda que el
estado de equidad original, el saber, dominaba las fuerzas interiores del alma
y, al mismo tiempo, ella estaba sometida por su Ser.
Pero esa equidad original desapareció en el descenso ; y,
como consecuencia lógica, todas esas fuerzas han quedado disgregada, buscando
su propio fin. Desde entonces el Kalimara, tiende a derramarse por los sentidos
y a perder la orientación a su Ser.
Gracias al trabajo en la cuarta morada el recogimiento, las
facultades del Alma despierta se reagrupan bajo el gobierno de la voluntad, que
de nuevo las endereza hacia el Ser, en quien la inteligencia descubre el fin
último de toda la creación.
El recogimiento es, de este modo, una fortaleza de la
voluntad del Alma, que ejerce sobre su materia, reorientando los sentidos y
apetitos, manteniéndolos en los límites de su autoridad, con un dominio que
pleno, llegando a ser absoluto, «porque los sentidos y pensamientos del corazón
del hombre tienen una inclinados al mal desde su juventud.
Se trata en realidad
de un gobierno, de un dominio del Alma sobre su materia, es decir, de la acción
educadora y ordenadora que la voluntad del Alma ejerce sobre la materia, en
función de transformar el iniciado en un ser del cuarto mundo.
Alcanzar un estado de recogimiento profundo, supone
necesariamente un reconocimiento de los errores, y de la actitudes inarmónicas
u aberrantes intencionales, que está inserta en la naturaleza humana y son
opuestas a la leyes que rigen en un cuarto plano.
Por eso la meditación en la 4ta morada, limpia de impureza
que ensucian el vehículo de expresión del Alma que despierta en este 3er plano
existencial.
El Ser invita al Alma despierta,
a una actitud de recogimiento, para poder juntos, ordenar y desarrollar los
Dones y Virtudes que fortalecerán las actitudes del iniciado, en perfeccionar
su materia, para que sea digno hogar, para albergar a un individuo que vive en
el Yo Soy Consciencia Eterna.
Por eso, el recogimiento, no es
una simple negación de los impulsos desordenados, sino que tiene una dimensión
positiva de gran importancia, es una virtud, por la que las potencias y
apetitos se ponen al servicio y cooperan con la acción del Ser, en el Alma, a
través de los hábitos sobrenaturales infusos.
La entera actividad del iniciado, adquiere así unidad, sentido y coherencia
con su dignidad de hijo de su Ser.
De ahí que el recogimiento, sea una actitud permanente del Alma y no
dependa de modos de vida o ideales concretos.
Es patrimonio de todos los Kalimaras, porque su necesidad se deriva de
aquel mandato de Sanada dirigió a todos los hombres: «sed, pues, vosotros
perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto.
Para mantener a raya el desorden
de las potencias y sentidos, para dirigirlos al fin sobrenatural, el iniciado
no necesita retraerse de las cosas de la tierra, aislarse de los afanes nobles
del mundo y de la relación con los demás hombres, sus iguales.
El recogimiento. es compatible
con cualquier actividad humana recta, por absorbente que sea, especialmente con
el trabajo; basta que cada uno se esfuerce en buscar al Ser en todas sus cosas,
haciéndolas por amor a El.
Precisamente todo el esfuerzo del
perfeccionamiento, que lleva consigo el recogimiento, se orienta y tiene como
fin esa contemplación: el diálogo constante con el Ser, que inhabita por la
gracia en el Alma del iniciado.
Esta manifestación del amor del
Ser, que se da en plenitud a la criatura, exige de ella una correspondencia
proporcionada, es decir, una entrega semejante en cuanto a la totalidad.
En el amor, en la entrega al Ser,
el recogimiento, alcanza su perfección última. Todos los actos de las potencias
y sentidos adquieren en este contexto una dimensión trascendente e inefable, no
son simplemente acciones ordenadas y coherentes con la dignidad del iniciado,
sino que tienen su origen inmediato en el amor al Ser y son fruto de la unión
entre la creatura y el Creador.
En un principio el iniciado vive
como cautivo, ama con el mismo amor de su Ser y conoce con sabiduría divina.
Trabaja con la mayor perfección posible, dentro de nuestras equivocaciones y
limitaciones, las tareas propias de nuestra condición y de nuestro oficio, el Alma
ansía despertar en el iniciado para encontrado el camino a su perfección.
Nos libramos de la condición
humana con el trabajo en el recogimiento, nos sabemos libres, volando en una
celebracion de unión, en donde el Alma está en procesos de transición, en un
cántico de amor, que la empuja a desear "no" apartarse de nuevo de su
Ser, esto es lo más sobresaliente en el trabajo de la cuarta morada, el retomar
la relación.
Un nuevo modo de pisar la tierra,
un modo divino, sobrenatural, maravilloso. Recordando palabras de San Juan de
Cruz: ¡que vivo porque no vivo: que es el Ser quien vive en mí.
Entre los medios para alcanzar el recogimiento, hay
que colocar en primer término la frecuencia a los dones y virtudes del Alma
despierta, que, por institución divina, son cauce de nuestras acciones en verdad y punto de partida de la
vida sobrenatural.
El trabajo de interiorización en cada una de las
moradas, se centran en todas las potencias y sentidos en el Ser, como objeto inmediato
de contemplación. Por eso el Kalimara adquieren en ellas, el orden y la
sensibilidad necesarias para encontrarla estando inmerso en la dimensión de la
vida humana.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que procede de la boca de su creador, interiorizar nuestra atención para buscar
el trato constante y permanente con el Ser, son requisitos indispensables para vivir vida
sobrenatural.
El recogimiento activo tiene por objeto atender a la presencia de inmensidad del Ser en el Alma, comprensible por la razón, por tanto viene esta virtud al Alma para que la conozcamos, la gocemos y amemos acreditada por la creencia de ala presencia constante y permanente del Ser en nuestro interior, y que, cuando Él quiere, la podemos disfrutar.
Se llama recogimiento, porque el alma recoge todas
sus fuerzas y entra dentro de sí con su Dios, y su divino maestro que viene a
enseñarle y a darle sentimiento de quietud y paz interior.
El recogimiento del Ser en el Alma despierta,
emprendemos una comunicación afectiva, en la cual podemos llevar la iniciativa,
y no se nos perderá en el vacío, incluso si no percibimos una respuesta
sensible. Pero seguro es, que el recogimiento, el Ser permanece con luz y con
fuerza.
El Ser le recuerda a su creatura que no se imagine
que esta hueco en lo interior, en su intimidad encontrar un hermoso castillo de
cristal donde habita un gran rey, y su palacio está lleno de moradas, que dará
gracias a su hijo que regresa.
El recogimiento es un campo intermedio entre la
intención y la atención pura en la contemplación. Es permanecer en el aquí y el
ahora en integración constante en el Ser.
Por cierto, en un primer momento nos ha dicho que
recogerse es centrarse en el otro, sin embargo ahora consiste en “entrar, con
El, dentro de sí”. Una condición básica es entrar dentro de sí mismo.
Debemos
experimentar que somos morada del Ser que él está con nosotros en todas
partes, también, Ahí, en mi espacio interior, “el Ser está tan cerca que nos
oirá, basta hablarle bajito. Basta
“ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarnos de su presencia en
nuestro Castillo Interior..
Debemos ser sensibles a la acción de Ser. Entender
no nos habita como el ídolo en su templo. El está en el palacio interior para
la comunión con su creatura. El se da a conocer, enriqueciendo nuestras
experiencia. “Que pueda poner y quitar como en cosa propia. “El no ha de
forzar nuestra voluntad”, pues “El no se da a Sí del todo, hasta que nos damos
del todo”.
Ahora es bueno hacerse algunas preguntas, tales
como; ¿dedicamos tiempo para volvernos hacia nuestro interior?, o si ¿tratamos
de escuchar lo que pasa en nosotros?...., del mismo modo meditemos si podemos
descubrir cuanto tiempo estamos en paz con nosotros mismos, todo ello para
saber si somos capaces de eliminar el desbarajuste que a veces nos consume, a fin
de ordenar nuestro interior.
A través de lo que continúa exponiendo, vamos descubriendo a
un Ser que vive siempre en nosotros, aunque no es habitual hasta ahora que lo
percibamos siempre y sólo se hace sentir cuando quiere. Por tanto es importante
para progresar en la transformación, prestar en lo posible, la atención a quien
interiormente se le habla, y tratar no estar mucho tiempo sin comunicarse con
El, que es un buen amigo, guía y protector.
--Por último es muy conveniente buscar momentos de
silencio exterior a lo largo del día. La quietud exterior facilita la
concentración de todas las potencias en un objeto bien determinado y favorece
la acción de la voluntad sobre las demás facultades, creando un ambiente
adecuado para tener en marcha la vida interior.
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